No sé si queréis saber. No sé si quiero enseñar.

No sé si será que estoy equivocado como decían los médicos o si será que salvaré a cientos de miles, como decían mis sueños. Os pido mientras que no me toméis por loco. Si lo estoy, seguro que yo seré el primero en tenerles informados. Tírenme con silla y todo al cubo de basura y celebren como no celebraron nunca. Y yo reiré de purita alegría desde la mierda. Mientras tanto, lean con los ojos bien abiertos igual que los ahogaditos.

lunes, 13 de junio de 2011

MORIBUNDO

Bueno, parece que la cosa se me complicó y he tenido una infección y fiebre muy alta.
Por eso no he podido escribir antes. Veo que Brau lo ha hecho bastante bien, aunque faltan cosas por relatar que considero importantes:
pensábamos que las hembras no podían morir por disparos, y seguramente no pueden, pero el calibre adecuado a bocajarro las hace volverse a casa para lamerse las heridas y le tienen tanto aprecio que abandonan a sus retoños y a sus zánganos. La hembra se fue a por mí y me intentó sacar del arnés en el que Franco me llevaba; por suerte había una cría bastante grande que estaba agarrada al pobre Franco y mordiéndome la pierna, y eso me salvó de salir volando. Le pude poner el cañón de la recortada bajo la barbilla a la hembra y durante un segundo nos miramos a los ojos. Fue como mirar dos piedras de río.
Disparé y la cara le reventó hacia fuera y salió volando. Franco le disparó varias veces al que me tenía cogido. Caímos al suelo y los hombres nos rodearon para protegernos porque el grueso de los demonios venía a por mí, eso es seguro. Afortunadamente estábamos sobre una colina y acabar con ellos e ir descendiendo para matarlos mientrs huían fue fácil.
La última patrulla para rematar a los que se han quedado rezagados vino anoche.
Segunda cosa que ha sido importante aprender. Cuando están desperdigados o la hembra gravemente herida, son estúpidos, torpes y aullan constantemente de miedo o desesperación.
Los hombres han hecho algo que no sé si será bueno o malo, pero que ha salido del interior de nuestra conciencia primitiva: hemos rodeado el campamento, en un radio de unos 500 metros, con estacas. Y en las estacas hemos pinchado las cabezas de esos bichos para que otros lo piensen dos veces.

1 comentario:

  1. Me alegro de que estés mejor Hidalgo y también de que hayais encontrado una manera para contener, más o menos, a esos bichos que os rodean. Por la descropción que haces de ellos veo que no son iguales a los que nos atacan a nosotros, aunque supongo que pertenecerán al mismo mundo. Mañana vamos a subir a la montaña. Veremos que nos espera allí.

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