Ahora entiendo mejor cómo mi corazón se dividía.
Aquellas hombres portaban la verdad, pero no eran de fíar. O, más bien, harían cualquier cosa para conseguir sus objetivos.
Cualquier cosa.
Eso exactamente le hicieron a Brau y a otros cientos. Cualquier cosa para tenerlos preparados y con su entrenamiento y su Nuiz dormido para cuando llegase el momento.
Estoy en disposición de contar todo lo que ha sucedido, pero necesito ordenarlo en mi mente, y encajar el éxito de mis intuiciones y predicciones.
Finalmente, nunca estuve loco.
Y es lo más triste que he sabido nunca.
Hoy voy a beber. Con Franco y con quien se una.
Mañana, la verdad.
No sé si queréis saber. No sé si quiero enseñar.
No sé si será que estoy equivocado como decían los médicos o si será que salvaré a cientos de miles, como decían mis sueños. Os pido mientras que no me toméis por loco. Si lo estoy, seguro que yo seré el primero en tenerles informados. Tírenme con silla y todo al cubo de basura y celebren como no celebraron nunca. Y yo reiré de purita alegría desde la mierda. Mientras tanto, lean con los ojos bien abiertos igual que los ahogaditos.
Todo parece que se va despejando. No dejes de estar atento.
ResponderEliminarSaludos
Cuidado con la bebida Hidalgo, no aclara precisamente las ideas y tienes mucho en qué pensar.
ResponderEliminarEstamos impacientes por saber la verdad.
Saludos.