Ayer sentí un escalofrío en la nuca. Seguro que a muchos de ustedes le parece algo normal. Duró mucho tiempo, así como un minuto, de modo que la piel de la espaldas comenzó a dolerme y los ojos me explotaban por dentro. Parecía que los huesos de la nuca se me estuvieran partiendo.
Ese escalofrío en la nuca era una intuición, tan grande, ahora estoy seguro, que ni siquiera tenía forma.
Lo que tenía que suceder, ya ha sucedido.
Eso es lo que me temo.
Me estoy recuperando de las nauseas y en unas horas podré aclarar mis ideas.
Pero aún tenemos que encargarnos de unos rondadores por aquí. ¿Me leéis?
Si, los escondiditos. ¿Me estáis pinchando el ordenador?
Bien, leed esto: os va a llegar un tiro que os va a poner la nuca más jodida que la mía.
No sé si queréis saber. No sé si quiero enseñar.
No sé si será que estoy equivocado como decían los médicos o si será que salvaré a cientos de miles, como decían mis sueños. Os pido mientras que no me toméis por loco. Si lo estoy, seguro que yo seré el primero en tenerles informados. Tírenme con silla y todo al cubo de basura y celebren como no celebraron nunca. Y yo reiré de purita alegría desde la mierda. Mientras tanto, lean con los ojos bien abiertos igual que los ahogaditos.
Tranquilízate Hidalgo, no dejes que nadie te lleve a una recaída, si te han pinchado mándales mensajes groseros o tómales el pelo. Se creerán muy listos pero tú lo eres más. Cuídate.
ResponderEliminarGracias amiga.
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