No sé cuántos motivos quedarán para seguir escribiendo en este blog. Quizá no estamos todos los que somos.
En cualquier caso, como sé que Rebeca abrirá nuestras páginas, quiero darle las gracias por lo que ha hecho.
La no locura es el mayor de los alivios que se puedan imaginar.
Sé que no le he dicho adiós, que le he dicho hasta ahora, porque ella no lo va a poder interpretar. Y porque no es justo que una madre lo lleve; tiene cosas mejores que hacer que salvar el mundo.
Sí, Rebeca, no sé si nadie te lo dijo, pero no se puede salvar el mundo sin salvar sus partes, sus personas y sus corazones.
A todos los rezagados que quizá nos lean: mañana nos movemos hacia El Carpio, donde seguramente dejaremos a los heridos de menos gravedad. Aquí en Santa Elena hemos dejado a los que peor lo llevan y se quedará un contingente de comunicación que también nos cubrirá la retaguardia. No sabemos si los demonios cuentan con algún ejército humano fiel que esté esperando la llegada del Rey.
Ahora, cualquier cosa es posible.
En cuatro días estaremos en Jerez y, después de reclutar a las fuerzas de Andalucía occidental que están esperándonos, nos dirigiremos a nuestro verdadero objetivo:
Tarifa.
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